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Desear

Desde la perspectiva existencial, se resalta el deseo y la voluntad vinculados a las experiencias de cada ser humano, es decir, si el proyecto de vida está desligado de la experiencia vivida y la voluntad es usada sin tener en cuenta el deseo, este proyecto fracasaría, ya que no tendría en cuanta las necesidades afectivas vivenciadas en la vida cotidiana.


Cuando la voluntad, es entendida como fuerza de voluntad, los deseos se mantienen pasivos o reprimidos y el actuar de la persona es carente de vitalidad, puesto que no reconoce su deseo ni el significado implícito del mismo.

Por tal motivo, el deseo es “esa fuerza vital que motiva y dirige al ser humano” (De Castro; García, 2008, p.70). Para May, citado por Yalom (1984) “el deseo es siempre anterior a la voluntad, y que no puede haber ninguna acción significativa sin un deseo previo... A través de la voluntad nos proyectamos hacia el futuro, y es el deseo el punto de partida de este proceso”. Cuando se usa la voluntad para ir en contra del reconocimiento de los propios deseos, implica que ya hay un deseo que dirige la propia voluntad, a lo que May llamó “impulso o necesidad”, ya que no es integrado de manera consciente a la totalidad de la personalidad y de la experiencia.


Cuando el individuo interviene activa y conscientemente de alguna manera en la creación de sus deseos, es capaz de captar el significado implícito que hay en ellos, de resignificar el sentido de los deseos (si es necesario) y de transformar concientemente el deseo en un desear, orientado hacia metas, valores y significados constructivos. Cómo mencionan De Castro y García (2008) “el desear se enmarca en un proceso experiencial en el que el ser humano que esté teniendo la experiencia, siempre participa en algún grado en la creación o mantenimiento de sus deseos”, o como define May, el desear no es otra cosa que ese juego imaginativo de la posibilidad de que ocurra algo (1990), esto nos remite inmediatamente a la apertura experiencial de las posibilidades de decisión y de los posibles significados del deseo vivenciado. En este acto de desear se rescata en uno mismo en la libertad de ser a través de la pausa, es decir, que en la libertad de ser es posible descubrir significados y tomar decisiones, y justamente es la pausa ese espacio en que el ser humano es “capaz de observar y permitirse recibir experiencialmente los contenidos de sus experiencias e intenciones” (May, 1988).


Por lo tanto, al usar constructivamente la libertad de ser, se utiliza la voluntad para la disposición de vivenciar aquello que realmente motiva al ser humano y contemplar el abanico de posibilidades que tiene cada persona en su imaginación.

Es necesario traer a colación el concepto de intencionalidad, ya que está implicado en la integración del deseo y la voluntad, según May, la intencionalidad es “la estructura que da sentido a la experiencia” (1990), lo anterior quiere decir que al integrar el deseo y la voluntad, el individuo es capaz de dar significado a su experiencia, dirigiéndola o apuntándola a una meta.


La intencionalidad no solo se refiere a la significación de las intenciones que son conscientes, es decir la voluntad, sino que también abarca el deseo (posiblemente inconsciente), esto es el afecto, “en este sentido, podemos comprender que en toda acción desarrollada por los seres humanos se puede descubrir un sentido experiencial que obedece a necesidades afectivas implícitas en las decisiones que dirigen la acción” (De Castro, García, 2008).


Un ser humano al ser conciente de su intencionalidad puede integrar su deseo y voluntad en una misma dirección autoescogida, ya que tiene la capacidad de participar consciente y experiencialmente en el conocimiento de sus emociones, ideas, sentimientos, intenciones y llevar una decisión a la acción a través de la voluntad, actuando coherentemente con su sentir y pensar, llevando una vida auténtica.

La indefensión no es más que verse solo frente al mundo entero, saber que todo es posible y creer que nada tienes; es estar, sólo estar.
¿Realmente no tienes nada? Probablemente hay alguien ahí, alguien que te acompañará toda la vida... ¡No!, no es Dios, tampoco es una fuerza divina, sólo es la persona que está frente a la imagen del espejo donde te miras, eres tú, y aún así no sólo eres tú... son tú y tu imagen en el espejo; Esa que refleja lo que fuiste y lo que eres... y que no refleja lo que serás.
El espejo debe ser roto, debes romperlo, recoger los pedacitos y guardarlos como el recuerdo de lo que te marcó.
Necesitarás un nuevo espejo para mirar el pasado con otros ojos, actuar en tu nuevo presente y contemplar tu posible futuro; Ahora es cuando comprendes el verdadero valor de la soledad.

No fue la vez, y ahora me encuentro sumergida en una nueva mirada.
No se de dónde saliste, y muy extrañamente llegaste a mi vida, no sólo a mi vida... si no a mi mente y a mi corazón.
La razón... la razón... la razón, esa palabra se me hace familiar, sin embargo, no puedo recordarla. Sólo puedo sentir... Sentirte... Sentirme!
Puedo hallarme en tí, puedo mostrarte lo frágil que soy... el miedo se ha ido, porque en tí puedo descansar.
De ahora en adelante mi corazón llora... llora porque aquí estás... estás a mi lado...
Llora porque la tristeza se fue...
Llora porque ahora sí se lo que es amar... y rio..
Rio porque llora...
Rio porque tú me haces feliz...
Rio porque eres tú quién sutilmente dominas mis malestares.
¿El amor? Es diferente a lo qué sentí antes, es diferente a lo qué creí; y esto sí es amor, porque lo que siento por tí, jamás lo había sentido de la forma en q siento hoy.
Esta historia aún no tiene fin, termina en puntos suspensivos, de los cuales, conozco el punto final.
Te amo.

Esta es la vez

Esta es la vez...
La vez que te conocí para enamorarme de tí.
La vez que mi ser se apoderó de mí y sentí el amor.
La vez que creí y ciegamente seguí una ilusión.
La vez que lloré porque la rabia no se apoderó de mí sino de tí y en mi sólo había dolor.
La vez que pedí perdón sin razones.
La vez que a un compromiso amé sin huir.
Pero sobretodo... ésta es la vez que mi corazón te dice infinitamente adios.
Adios mi dulce amor.

Sentada, pensando que escribir sólo tuve un pensamiento de carencia…
Sobran las ganas ¿para qué? Si esta ausente lo deseado…
Sobra el amor ¿para qué? Si no está el ser amado…
Sobran los sueños ¿para qué? Si no hay esperanzas…
Sobra el sentimiento ¿para qué? si está la razón…
Sobra una sonrisa ¿para qué? si no hay otra persona que disfrute de tu gesto…
Sobra un hasta luego ¿para qué? si hay un adios…
Sobra la vida ¿para qué? si no hay con quien vivirla…
Sobra la presencia ¿para qué? si hay mucha distancia que recorrer…
Sobra una mirada ¿para qué? si no hay ojos que la puedan ver…
Sobra una canción ¿para qué? si la escucha un sordo…
Sobran estas letras ¿para qué? si es un ciego quien las lee…

Vuelve la catarsis cuando la angustia está a punto de la consumación máxima, donde los sentidos te empujan al querer y no querer, cuando la confusión es tu espejo y crees estar envuelto en una mentira, cuando miras tus manos y las ves destruidas, cuando tocas tu rosto humedecido y crees que tus lágrimas se han convertido en sangre.

¿Insignificante? Insignificante tú! Que me sedujiste y encantaste.
¿Para qué? Todo fue una ilusión del porvenir oculto entre mis sueños entorpecidos por tu vana esencia, que me llevó al lugar que quizá esperé encontrar, pero mi absurda realidad enceguesida por mi inocencia no quería ver, sin embargo, tú, me hiciste caer en cuenta que mi realidad es mi fantasía oculta entre mis sueños buscando una salida totalmente entorpecida por tu cruel verdad.
Que lastima amor, eres una ilusión consumada, encantada, pero totalmente falsa.
¿Podrás conquistar en realidad mi corazón? Creo que para ti esa es la utopía de no poder ve mi esencia, tu... falsa ilusión, persigues tu perversidad oculta entre la miseria de tu alma que no halla más de lo que tú has creado, pudiendo ser más de lo que tú has necesitado, pero... creo que fue en vano, porque mi deseo ha culminado con tu falsa mirada perdida en la soledad del vacío que se esfumó con tu propia soledad, sin embargo, Yo! Aun sigo disfrutando de tu miedo, ese miedo que te hace reir y no poder confrontarme cuando te digo lo que eres.

Decidirse a hacer lo que no se quiere pero te beneficia en alguna manera, es darle paso al dolor, a la ira, es pasar a un estado de impotencia, es sentirse MUERTO... ilusiones muertas, sentimientos vacíos, pensamientos negativos y esperanzas enterradas.

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